El otro lado de la realidad. Cine y Literatura se encuentran en Noburgo.

El otro lado de la realidad Tren Noburgo

martes, 10 de enero de 2023

“El otro lado de la realidad” (2022). Gonzalo García-Pelayo. Metacine: Cine y Literatura se encuentran en Noburgo. Francisco Huertas Hernández. 

gonzalogarciapelayo.com 1
“El otro lado de la realidad” (2022). Gonzalo García-Pelayo
Décima de la serie “El año de las 10+1 películas”
Luisa Grajalva -autora del libro de relatos “El otro lado de la realidad”– lee “Campanas y olvido”, uno de los textos finales de su libro, ante el equipo de producción que se ha reunido para decidir cómo hacer la película
 
O mistério das coisas, onde está ele?
Onde está ele que não aparece
Pelo menos a mostrar-nos que é mistério?
Que sabe o rio e que sabe a árvore
E eu, que não sou mais do que eles, que sei disso?
Sempre que olho para as coisas e penso no que os homens pensam delas,
Rio como um regato que soa fresco numa pedra.
Porque o único sentido oculto das coisas
É elas não terem sentido oculto nenhum,
É mais estranho do que todas as estranhezas
E do que os sonhos de todos os poetas
E os pensamentos de todos os filósofos,
Que as coisas sejam realmente o que parecem ser
E não haja nada que compreender.
Sim, eis o que os meus sentidos aprenderam sozinhos: —
As coisas não têm significação: têm existência.
As coisas são o único sentido oculto das coisas
(El misterio de las cosas, ¿dónde está?
Si apareciese, al menos,
para mostrarnos que es misterio
qué sabe de esto el río, qué sabe el árbol?
Y yo, que no soy más, qué se yo?
Siempre que veo las cosas
y pienso en lo que los hombres piensan de ellas,
río con el fresco sonido del río sobre la piedra.
 
El único sentido de las cosas
es no tener sentido oculto.
más raro que todas las rarezas,
más que los sueños de los poetas
y los pensamientos de los filósofos,
es que las cosas sean realmente lo que parecen ser
y que no haya nada que comprender.
 
Sí, eso es lo único que aprendieron solos mis sentidos:
las cosas no tienen significación, tienen existencia.
las cosas son el único sentido oculto de las cosas)
Fernando Pessoa: “O mistério das coisas, onde está ele?”.
“O Guardador de Rebanhos”. Alberto Caeiro
 Α: “Ayer Gonzalo rechazó el guion. Nadie sabe qué va a pasar con la película”
Ω: “Lo dejo en tus manos, Javier. Tú decides si hacemos la película o no”

Gonzalo García-Pelayo: “El otro lado de la realidad”. Película. 2022

“El otro lado de la realidad” es una película de metacine, en la que el mismo equipo de preproducción que va a filmar los relatos del libro de Luisa Grajalva El otro lado de la realidad es filmado discutiendo cómo hacer la película. Un ejercicio arriesgado que plantea un problema filosófico: la relación entre la palabra y la imagen, o entre la idea y la acción.
El director abre el debate: “Que veamos si la fuerza de la lectura (de esos relatos) es suficiente, y no necesita imágenes, o a cuáles les podemos añadir imágenes, o yuxtaponer (palabras e imágenes). Todos los miembros del equipo están sentados en círculo, y van interviniendo aportando ideas. Los que tienen que hacer la película están siendo observados por los espectadores“transformados en actores”-, aunque otro “equipo que no vemos” tiene que rodarlo todo.
 La “realidad” es nomás que una “interpretación” de nuestros sentidos, nuestra “percepción” de “estímulos” confusos. En el quinto relato del libro, “Segunda oportunidad”, se muestra, de manera condensada y sencilla, el “metaverso”: “No sé por qué me llamó tanto la atención aquel portal, website o metaverso… pero lo cierto es que me atrajo desde que vi su anuncio en la red”. De pronto, el que lee esto no es el lector, con el libro en sus manos, sino un actor -Nagot Picón- en la primera “escenificación” del film –prólogo– en medio de una “animación digital” de María Cañas, saturada simbólicamente de “deseos”, “obsesiones” o “carencias”. “Mientras moría, me vi pasar al otro lado. Comprendí por qué habían llamado al avatar reencarnación cuando el dibujo tridimensional se hizo mi carne… Y comprendí por qué aquel mundo se llamaba “Segunda Oportunidad””.
 “Ese otro lado” es el que ahora vemos: los que “hacen” las películas. En este caso, “los que “quieren hacer” una película que se les resiste”, como “el otro lado de la realidad”, una “realidad visible” (cine) que tiene que “re-crear” una “realidad legible” (literatura). Los “otros lados de la realidad” son los “hilos” que mueven la “realidad aparente” que “consumimos” (como espectadores) y que “nos consume” (como lectores, buscadores de verdad y misterio).
 Y todo comienza en la “lectura”La “vida” como el “gran libro” que quiere y debe ser “leído”.
 ¿Estás leyendo? Charles Baudelaire te conjura: “Hypocrite lecteur, – mon semblable, – mon frère!” (Lector hipócrita, mi semejante, mi hermano) ¿Cómo hablar del “otro lado de la realidad” si no puedo traspasar esta pantalla? Antes de que el actor entre en el plató, los “demiurgos” (director, guionista, compositor, iluminador…) deben convertir las palabras en imágenes y sonidos. Y ese momento, como el literato ante su ordenador o libreta, es el “instante cero” de la creación.
 
¿Qué va a hacer Gonzalo García-Pelayo con la adaptación fílmica de estos cuentos? No: no va a hacer “otra” película más, sino otra película “menos”. No hay “deconstrucción” como han dicho algunos, porque nada se ha “construido” todavía. Es más bien -como en el largometraje de José Luis Guerin-: “En construcción” (2001), o como en el filmVanya on 42nd Street” (1994) de Louis Malle, en el que un grupo de actores -encabezados por Andre Gregory- se reúnen en el teatro New Amsterdam de Nueva York para preparar el montaje de la obra de Anton Chejov, “Tio Vanya”: los “ensayos” se “funden” con la vida de los actores.
 Por eso, la autora del libro, Luisa Grajalva, es la primera persona en aparecer en la pantalla, tras el prólogo, y, antes de los extensos créditos, de espaldas, ante el “espejo” -como en Through the Looking-Glass, and What Alice Found There (1871), de Lewis Carroll-, junto a la peluquera. ¿Es un feliz azar, o, un deliberado símbolo, el “espejo” que “refleja” a la autora del libro, como plano inicial? ¿Es, como la Alicia a través del espejo, una “metáfora” del “camino” de la “palabra” a la “imagen” –y el “sonido”?
 La cámara introduce a todo el equipo de producción dispuesto a discutir los detalles de la “futura película” -que, justamente, es la que “ya” “estamos viendo”– tomando asiento, rodeados de maquilladoras. Vamos distinguiendo a los miembros: Gonzalo García-Pelayo bebe agua, y casi todos tienen el “libro” en las manos: Paco Campano (ayudante de dirección), Vanessa García-Pelayo (ayudante de dirección, script), Javier García-Pelayo (coordinador de producción).
Pili Campano (productora ejecutiva) enuncia la cuestión: “Entendemos que en esta reunión saquemos un calendario… hablemos de localizaciones, sonido, diseño gráfico, efectos especiales. Aquí, ahora mismo, vamos a hacer la lectura de esos relatos”.
 ¿Y qué va a ser la “película”? Tras el “dilema” de Paco Campano: “hay una decisión que hay que tomar, si se va a apoyar uno en la “letra”, la “literatura”, o si lo vamos a hacer más “cinematográfico”, convertirlo en “acciones”, que se lea más el pensamiento interno desde fuera”, Gonzalo pide opiniones:
Pili Campano reflexiona: “Ahora mismo lo que yo no tengo claro es si estos personajes son solo ellos, o son otros. Quiero decir, ¿cuál es el “nexo” que une esta película? ¿Van a ser “capítulos” sueltos, o hay un “nexo narrativo”, una “línea dramática”? ¿Esa “línea” somos nosotros, ahora? ¿Los “actores” somos “nosotros”?”. Y observa algo crucial: que al ser ésta la última película de la serie 10+1, con todos los que han intervenido en las demás, una verdadera “familia” de “actores”, este largometraje sería un “cierre”.
Luisa Grajalva escucha con atención. Interviene: “El “nexo de unión” es “el otro lado de la realidad”. La realidad es “percepción”. Como cada uno de los “personajes” puede “transformar” la “realidad” y verla “distinta”, esa es la “idea” que yo tengo”. Bien es verdad que la autora me puntualiza: hay relatos “apegadísimos a la realidad” social, que ella observa cuando va en el metro, o camina por la calle, por ejemplo. “Me planteo qué vidas tendrán, qué harán”, o, en el cuento “Première”, se pregunta por la vida de los mendigos y su “invisibilidad”. Así que le interesa esa “doble realidad”: “la interior, la de la conciencia”, y la “realidad exterior”, “las cosas que están ahí, pero que no vemos, o no queremos ver”.
 Aún así, las dos “posiciones” de Pili y Luisa pueden ser caracterizadas como “objetiva” y “subjetiva”. Para el “realismo” de la productora ejecutiva, la “narración”unitaria o fragmentaria– ha de ser “externa”: el “espectador” ha de “ver” lo que “sucede” fuera. Sin embargo, en el “idealismo” de la novelista, la “narración” es, fundamentalmente, “vivencia psicológica” “interna”, “experiencia sensorial, imaginativa, intelectual”. “El mundo es lo que percibimos”. El quid es dilucidar la “relación” entre nuestras “experiencias verbales” y nuestras “experiencias sensoriales”.
 La “palabra” no es el elemento humano esencial, sino la “oración” -conjunto de palabras que expresa un juicio con sentido y autonomía sintáctica-. Los textos escritos contienen “oraciones” como: “A mi amigo Gabriel le encanta viajar. Por puro placer o afán de conocimiento, suponía yo. A mí también me gusta, desde luego, pero lo de Gabriel es exagerado, no conozco a nadie que haya estado en más sitios del mundo”. Así comienza el cuento “El viajero”, el primero del volumen de relatos de Luisa Grajalva.
 Tampoco la “imagen” es el elemento perceptivo esencial humano, sino la “acción”, el “acontecimiento”, o el “hecho”. El cine -dice Gonzalo García-Pelayo- es mitad imagen + mitad sonido. Y son las “acciones” o “secuencias” -en lenguaje cinematográfico– lo que realmente constituye el séptimo arte. La llegada del tren a la estación de los Lumière, o la carga del ejército en las escaleras de Odessa, no son imágenes, son “secuencias”. La secuencia fílmica es un conjunto de escenas que forman una unidad narrativa.
 Lo que “une” la imagen (percepción) y la palabra (concepto) es la “imaginación” -como estableció claramente Immanuel Kant (1724-1804)-, y, aunque parezca inconcebible viendo esta película, estamos ante un film que plantea el problema de la “imaginación”, como “mediación” entre el mundo literario de “oraciones lingüísticas” y el mundo cinematográfico de “secuencias audiovisuales”, entre el mundo del “lector” y el del “espectador”, así como Luisa Grajalva revela en sus textos la misteriosa analogía entre la “imaginación pasiva” -que “percibe” la “realidad cotidiana”- y la “imaginación activa” -que “presiente” “el otro lado de la realidad”-.
 Y ¿dónde forjó el director su imaginación?. En la radio, ese “medio de comunicación” orillado, escuela de actores, cuna de seriales populares –radionovelas-, precedente de los “podcasts”-. Gonzalo García-Pelayo proviene de la radio“Para vosotros jóvenes”, en Radio Nacional de España; fundador de Popular FM, con su programa “Raíces”, en los 70-  y de la producción musical de discos -creador del sello Gong, que lanzó a Lole y Manuel, y a Triana-, lo que hace que algunas de sus películas tengan, lo que él llama, “claves de radio”.
La escucha de la eximia actriz Charo López interpretando –voz en off de “audiolibro”– tres cuentos del libro“Aún no”, “Cariño” y “Sol y eternidad”- ilustra esa “querencia” por los sonidos, los ritmos, las voces, los “quejíos”, los suspiros y los ecos de Gonzalo, y, por fuerza, en el estremecedor cuento “Cariño” desata la emoción y las lágrimas de los presentes. El instante de la “catarsis”. En “Aún no” hay naranjos, naranjos, cuya contemplación desde la ventana, ahuyenta el suicidio. Y vemos en plano cenital, tomado con dron, huertos de naranjos (Yo imaginaba, al leer el cuento, los naranjos urbanos de Sevilla) La voz en off de Charo se funde con las miradas concentradas y los rostros graves del equipo. También es cine “ver a los que escuchan”. Poco se ha reflexionado sobre este asunto: una parte sustancial de lo que “pasa” es divisar el “rastro en el rostro” de los “acontecimientos”. Gonzalo -sobre el plano cenital arbóreo- manifiesta: “muy clásico, creo que funciona, pero es muy clásico”. Las personas que debaten cómo hacer la película tienen una ventaja sobre el espectador: han leído el libro. Y Luisa Grajalva, inevitablemente, se convierte en la gran protagonista del film, junto al director.
 La música de Pepe Ortega, Pedro Perles, Flavia Méndez, Antonio D.R. Aguera, Pepe Pulido, Josema García-Pelayo, Antonio Soteldo, Lele Leiva se escucha en forma de “propuestas”, “bosquejos” o “ráfagas”, de la misma manera “tentativa” que la “escenografía” o “interpretación” de los diversos escritos. Desde el flamenco urbano, o el jazz flamenco, a piezas camerísticas o con guitarra -evocación de Salvador Bacarisse-.
 El mundo del director es musical, no únicamente por su biografía ligada a la radio y los discos, sino por la importancia que adquiere en su trayectoria fílmica. “Siete jereles” -otro largometraje de la serie “10+1”, co-dirigido con Pedro G. Romero- está dedicado al flamenco en Jerez de la Frontera, como “expresión viva de la calle”, muestra el “lugar central” de la “música viva” en el cine pelayiano, como también ocurre en “Diario Tamil” o “Alma quebrada”, por ejemplo.
 La sucesión aleatoria y fragmentaria de los relatos –filmados, animados digitalmente, ensayados, escuchados o leídos- se intercala con la discusión de preproducción o “meta-cinematográfica”, empezando por el sonido de las “campanas” del cuento “Campanas y olvido”: “Lo cierto es que habían llegado hasta allí atraídos por el sonido de las campanas”. Guzmán García-Pelayo lee un párrafo del texto, y los “convocados” -parafraseando el cuento leído- “escuchan” una grabación del instrumento de percusión idiófono con mucha reverberación y armónicos. Primer “bosquejo” filmado de un cuento -tras el “prólogo”-, y que actuará como “leit-motiv” recurrente a lo largo de la cinta: dos hombres y una mujer avanzan por un bosque caliginoso. No da más de sí: “la imagen no tiene mucho interés, pero el añadido del sonido de las campanas… sí, ¡ya es cine!”. Esta afirmación de Gonzalo García-Pelayo expresa uno de los ejes de la película: “el cine se hace tanto más de sonidos que de imágenes”. “Volcar” las “oraciones lingüísticas” a “sonidos con imágenes” es equivalente a la “transducción nerviosa” -la “conversión” de la “energía” recibida del “estímulo” en “corriente nerviosa” que circula por las células neuronales-. De nuevo, la “circulación”, el “movimiento”, propio del “discurrir” de notas musicales e imágenes, en el “tiempo”. Andrey Tarkovsky (1932-1986) tituló su libro sobre el cine “Esculpir el tiempo”. Transmitir “temporalidad”, o sea, “movimiento”, llevándolo del “tiempo imaginado por el lector” al “tiempo visto/escuchado por el espectador”, del “relato” a la “secuencia”.

 No obstante, “la cuestión es que si las cosas que podemos añadir realmente merecen la pena de hacer una película” concluye el director, voz en off. Las “propuestas” del “tiempo filmado presente” (vistas) se “intercalan” con reflexiones del “tiempo no filmado posterior” (escuchadas en off). La palabra cabalga a lomos del tiempo.

 “¿Hacemos la película? Después de estas pruebas… realmente merece la pena el esfuerzo de hacer una película, cuando es imposible rebasar la calidad del libro, la emoción que despierta el libro?” prosigue la voz en off del realizador. Javier responde, también en off. Mientras los “personajes” del “tiempo presente de la filmación/imagen/secuencia” siguen hablando “por debajo”. La “intertextualidad” se “eleva” por encima de la imagen. Otra vez, Gonzalo “derrota” a la imagen en beneficio del sonido, y, en una cosa está equivocado, las “palabras”, antes de ser “escritura”, fueron únicamente “sonidos”.
 “Un mismo elenco de actores que se reparten los roles de las once películas —una técnica propia del antiteatro de Fassbinder que inaugura una noción anti-actoral de la interpretación” explica la web del Museo Reina Sofía.
 Una de esas actrices es Carmen Páez, la “Chocolata” –cantante polifacética que acaba de editar su disco “Ranchulerías” (condensación de bulería y ranchera)- “acepta el reto”: ¿”interpretar”? “¿Voy de “personaje” o voy de “mí misma”? pregunta. El director -en off– reivindica el “naturalismo” “amateur” de la “no-interpretación”. En la estela de “les modèles” del cine de Robert Bresson: un “non-jeu”. Nagot Picón es “elegido” por realizador y escritora para “En un parpadeo”, que se inicia con su “lectura” y prosigue con imágenes psicodélicas de pulmones, tiempo fluido y espesuras mentales. El cuadro In Ictu Oculi” (1670-1672) de Juan de Valdés Leal es el “centro” del “relato”, pero la Hermandad de la Caridad, en Sevilla, no da los permisos de rodaje. “Hacer de necesidad virtud” implica usar una “réplica” del cuadro en la pared de una habitación, con el “personaje” contemplando filosóficamente la “fugacidad de la vida” y la “vanidad de los placeres terrenales”, angustiado en la espera de unas pruebas médicas.
 “Plano subjetivo” es uno de los relatos más densos y concisos, y su puesta en escena, una de las mejores de la película:
 “Esta mañana, al mirarme al espejo, me sucedió una cosa extraña: mi figura no aparecía centrada, sino en una esquina. Por más que intenté variar de postura, la imagen no cambió de lugar.
Esta tarde, el azogue tampoco reflejó mi tamaño. La figura del ángulo aparecía, además, empequeñecida. Probé a acercarme, a alejarme, pero mi pequeño yo permaneció invariable.
Comprendí que el cristal tenía razón. Si nunca fui capaz de protagonizar mi propia vida, ¿por qué iba a merecer un primer plano?
 Con animaciones de Pedro y Esteban Perles, Ana Bernal -actriz que trabajó en las primeras películas del autor: “Vivir en Sevilla” (1978), “Frente al mar” (1978)- “trasciende” “eróticamente” la “textualidad” para “afirmar la vida” en el “cuerpo”, en “su cuerpo”, en sus “pechos magníficos” -Gonzalo dixit-, reflejados en el espejo, “improvisando” unas “variaciones sevillanas”. El “sexo” en su dimensión de “celebración del cuerpo” y “amor torrencial” está siempre presente en las películas de García-Pelayo: “un añadido cinematográfico”
 
 Víctor Vázquez “actúa” o “ensaya” el cuento “Huida” (el relato clave): “Un billete para el tren que vaya más lejos, por favor…”. Sobre un “croma” verde, el “no-actor” recita/interpreta, vestido como ejecutivo, viajero, fugitivo… de la vida. El espectador ve al equipo de filmación, como un “Making Of”. Las animaciones de Alicia Díaz Luengo, ubican geografías imposibles para un “arquetipo” de “no-hombre”. “Señores viajeros, bienvenidos al tren con destino a Noburgo”. “¿Noburgo? Mi billete decía claramente el nombre de otro lugar”.
 “Noburgo”, el “no-lugar”, “u-topía” vaciada de ideal. La “no-ciudad” a la que se “dirige” el “viajero” que, cuanto más huye de sí mismo, más “atado” queda a su “lugar”: “Y ahora que el tren se ha detenido, no puedo creer lo que estoy viendo a través de la ventanilla: la estación es idéntica a la de la ciudad que quise abandonar. Y Marta, mis hijos y mis jefes están esperando en el andén”.
 ¿Es ésta la “relación complicada” que mantienen “literatura” y “cine”? ¿”Separarse” lo más posible de la “estación de la palabra” para llegar al “reino idílico” de lo “audiovisual” “puro”?
 He titulado este “ensayo”: Metacine: Cine y Literatura se encuentran en Noburgo”, como homenaje a esta “feliz denominación”. La literatura no es la estación de salida, ni el cine, la de llegada, porque, como humanos, nuestro “movimiento”, o “viaje” (película), es una “acción pensada, nombrada y recordada en palabras”. La “vida”, esa que “canta y grita” en el “juego”, el “sexo”, la “queja”, la “muerte”, es nuestro “viaje sin destino”, como cantó el poeta Konstantinos Kavafis:
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.
 
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte
 “Bueno, ¿y qué más da? El único destino de este viaje soy yo, lo único que pretendo es poner rumbo hacia mí mismo, elegir conscientemente el movimiento en lugar de rendirme a la inercia de los días y de los hechos” dice el viajero/Víctor Vázquez.
 Gonzalo García-Pelayo eligió poner rumbo hacia su propio universo, eligió viajar por más de 120 países, filmando, en alguna de sus “estaciones”, sus películas, en las que la “palabra” es un elemento central, como en “El otro lado de la realidad”, que, contiene, en “potencia”, un “psicodrama” (poner a un paciente sobre un escenario, donde puede resolver sus problemas con la ayuda de unos pocos actores terapéuticos), pero no hasta el punto de que los “actores” se “involucren”, como sí ocurría en “Frente al mar” (1978).
 El “movimiento” de las palabras, de los sonidos, de las “secuencias”, de las “animaciones digitales”, de los aviones que toma en cada viaje por el planeta el realizador, es ese “regreso a Ítaca, ese “viaje a Noburgo.
 “Los desterrados”, tenido por el “eje” del libro y de la película, es leído por la autora. ¿Quién podría interpretar esos personajes? El encadenamiento del plano perfil de Luisa, leyendo, y Carmen Páez, “actuando”, frontalmente, en plano retrato, y blanco y negro, fundiéndose en “animaciones de retratos sin cara”, y, de nuevo, con “vestuario” y en “escenario”, es poesía visual.
 La “película” que “querían hacer” (!?) se “disuelve” en “fragmentos” de “historias” (“Libertad de expresión” por Ginneth Moreno; “La ciudad de la libertad” por Agapito Maestre; “Caminos de vuelta” por Cristina García-Pelayo Luque; “Punto de apoyo” con Nerea Casares) o relatos completos “animados” (“Centauro” por Vanessa García-Pelayo; “Verdades y mentiras” por Javier García-Pelayo; el escalofriante y metafísico “Vivo en ti” con Nagot Picón y Perpetuo Fernández -el más “cinematográfico” en su “puesta en escena”-; “Première” por Perpetuo Fernández) En la última “historia” el mendigo concluye: “Pero, por una vez, aunque sea la última, las luces me enfocan a mí. Esta noche yo también estoy en el lado iluminado de la calle”… y, entonces, vemos el “foco” de los cámaras “iluminando” “el lado del actor”. Uno de esos momentos de “fusión” de palabra e imagen, en “movimiento de vaivén”.
 “¿El bar? ¿El camino? ¿Cuál es ese “otro lado”? -apunta Paco Campano. ¿“El bar” de “Punto de encuentro” -“no filmable” según Gonzalo-? ¿“El camino” de “Campanas y olvido”?. Tiene que haber una “puerta” que comunique ambos mundos. Lewis Carroll usó un “espejo” que se “derretía” al “cruzarlo” Alice, “como una brillante niebla plateada” ¿Quizás “Las palabras” del enfermo en estado de coma, en “Punto de apoyo”, leído por la escritora?
 Víctor Vázquez/el viajero, improvisando sobre “Huida”, dice: “otra vez aquí, y sabe Dios que yo quería escapar, que yo quería huir, y que no es la primera vez que lo intento, y siempre vuelvo a la misma estación, a la misma ciudad… si solo pudiera saltar al otro lado del espejo”. El equipo de rodaje es mostrado.
 Y al final, “libro y película” concuerdan en una “armonía” que “trasciende” la dialéctica entre “palabra” e “imagen”, o “idea” y “sonido”.
 Un cuadro -una copia-: In Ictu Oculi” de Valdés Leal, se funde con la voz de Charo López recitando el último cuento, “Sol y eternidad”, filmado en la “madrugá” del Viernes Santo, la “Macarena”, que contempla en silencio Luisa Grajalva:
 “Nunca podrá explicárselo, por más que lo intente, jamás podrá saber si no es más que una ilusión de los sentidos, pero no le importa en absoluto. Año tras año, querrá volver a sentir que el sol ha iluminado su interior, como si de una antorcha se tratase, y que su alma, su espíritu o lo que quiera que sea la parte no material de sí mismo ha pisado el umbral de la eternidad.
 Un año más, es Madrugada de Viernes Santo en Sevilla y acaba de ver pasar a la Macarena
 Sonido de campanas, sobre los nazarenos. Y el omega metafílmico de Gonzalo García-Pelayo: “Lo dejo en tus manos, Javier. Tú decides si hacemos la película o no”, con un fundido a negro y silencio de más de minuto y medio
 
 ¿Qué hemos visto finalmente? El espectador decide. En todo caso, esta extraordinaria obra de arte, que “cruza el espejo” de la “representación fílmica”, es un múltiple homenaje: al fantástico libro de relatos de Luisa Grajalva; a cada uno de los oficios que dan vida a las películas “desde el otro lado”; a los “actores” que “no cruzan” el “lado de la naturalidad”; y a los espectadores, que, también han sido “partícipes” desde “el otro lado de la realidad”
“El otro lado de la realidad” (2022). Gonzalo García-Pelayo
*****
Comentarios de los lectores y los autores:
– Francisco Huertas Hernández: “En la película “El otro lado de la realidad” un equipo de “autores” pretende “re-crear” un libro de cuentos, en la frontera entre el misterio y el terror (solamente estos rasgos nos parecen merecedores de una “cara oculta de lo real”). Lo que algunos “críticos” ha “denominado” una “no-película” no es tal: hay imágenes, hay sonidos, hay “personas”, hay “actores que recitan o interpretan”, y hay “historias”, “muchas” historias. Nuestra existencia es un “intento de vivir” según nuestras “palabras”, o “ideas”, y este film es eso mismo: un “proyecto” de “vivir visual -y, sobre todo, acústicamente-” las “palabras” de un “libro” escrito por una autora, “presente” en el “conciliábulo” del staff de producción. El desusado vocablo “conciliábulo” nos revela dos significados imprevistos: en primer lugar, es una reunión de personas que tratan de algo que se quiere mantener “oculto” (este largometraje es, como escribe Luisa Grajalva: “una ausencia que es una forma diferente de presencia”); y en segundo término, ésta es una reunión que no ha sido convocada por la persona autorizada (¿quién es esa “persona autorizada”? Sin duda, el “espectador pasivo”, el que, a fuerza, de narraciones lineales, con personajes esquemáticos, exige un final concluyente a las películas, sea para bien o para mal). Y el “convocante” “demiúrgico” de esta cita -Gonzalo García-Pelayo- tiene un Αlfa (“Ayer Gonzalo rechazó el guion. Nadie sabe qué va a pasar con la película) y un Omega (Lo dejo en tus manos, Javier. Tú decides si hacemos la película o no”), que “desafía” el “poder convocante” del “espectador”…”
Publicado en: 16/01/202323,7 min. de lectura4729 palabrasCategorías: Cine, Críticas, Libros

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