Acabo de ver BRUNA y quiero darte mi enhorabuena
Buenos días, Gonzalo,
¡Acabo de ver BRUNA y quiero darte mi enhorabuena!
Me interesa mucho el cómo está filmada, tu predilección por la emoción del rostro. De hecho es todo un catálogo (a modo de pantone) de las emociones que vehicula un rostro, el rostro de Rocío. Supongo que habrás disfrutado mucho filmando. Porque en el cine no hay nada tan poderoso como la emoción sísmica de un rostro.
Pero lo importante es el rostro, como queda demostrado en la escena que rompe esa gelidez (el encuentro de las chicas) donde la cámara morosamente va libando el rostro de cada una de ellas pasando a un segundo plano lo que dicen. El rostro siempre el rostro, el cómo más que el qué.
Me gusta mucho el segmento final en blanco y negro, el desvelar la cuarta pared aunque más que eso, desvelar a Rocío como actriz, como verdad y a la vez engaño. De hecho, para mí el final está en esa mirada a cámara que no puede sostener y esquiva por saberse mirada, y esa sonrisa que esboza nerviosa. Ahí hay mucha pureza y muchas preguntas. Es una imagen fecunda que alberga mucho sentido en su interior. El incluir como final, el acto de representación teatral lo entiendo como «explicación narrativa» pero el momento fuerte ha venido antes, en ese rostro que la cámara desvela como verdad y que huye de plano. Me encanta!
Ella me parece una gran actriz, con facilidad para llorar y expresar, lo que le viene muy bien a la película. En todo momento veo interpretación, y es en este momento final del blanco y negro cuando cae la coraza y veo una verdad primigenia.
Sí, y aquí tiene todo su sentido, porque como espectador estoy deseando que se rompa la coraza de ella, y es cuando afirma «soy actriz».
Y me gusta mucho la estructura que le has dado a la película de grandes bloques. Y ese bloque del paseo de ella en contrapicado con su figura y fondo del cielo, me da una sensación de mística y de lunática a la vez. Está en la luna jajaja.
Sí, todo remite a extrañamiento, los edificios, la música, su extraño baile, la duración del plano. Y además hace perfecto contrapunto a la secuencia precedente verborreica de 16 minutos. Es un misterio para el espectador esta secuencia porque nos lleva a preguntarnos quién es realmente Bruna.
Toda esta secuencia es portentosa en ese sentido de explorar la imagen como imagen. Ya desbrozada de cualquier prurito narrativo, sólo queda la fascinación de lo visible. Rocío como imagen y como deseo de ver, la pulsión escópica que hablaba Freud. Por eso la imagen se ralentiza, se pausa, ya no es un fluido narrativo sino un objeto de deseo.
Pues eso, que la peli sea el ariete que te haga entrar en el cine comercial, por lo menos en Argentina jajaja Un abrazo, Gonzalo! Este jueves me acercaré a ver a José de los Camarones a Alhama de Murcia.
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