Vivir en Sevilla. La película más libre, arriesgada, desprejuiciada, anárquica, de la historia del cine español
Vivir en Sevilla
Miguel está enamorado de Ana. La relación no funciona del todo y deciden romper. Ana se enamora de un pintor sevillano que ha regresado tras cuarenta años de exilio pero no puede olvidar a Miguel. Miguel inicia una apasionada relación con Teresa.
La película más libre, arriesgada, desprejuiciada, anárquica, de la historia del cine español. Todo el cine español actual parece antiguo, ñoño, sin sangre, en comparación. A destacar la memorable, antológica, secuencia protagonizada por Silvio con una merluza de campeonato, y el genial baile de Farruco.
Su amor por Ana y su desencuentro circundan una película que es a la vez documental, una ficción y su propio making off. Y que no es ninguna de estas cosas, eufórica, poética, sensual, desquiciada y serena. Con la Transición de fondo ineludible, un fresco que capta la luminosa primavera sevillana de 1978, y sus míticos personajes. Como Silvio, chispeante, y Farruco en un intenso baile. En palabras de Alfonso Crespo: “¿Godard, Garrel, Eustache, Rouch, Truffaut, Rozier, Brisseau, Monteiro? Pelayo”.
Álvaro Arroba