Cuatro estrellas sobre cinco nos da la revista Fotogramas
21.05.2016
Cuatro estrellas sobre cinco nos da la revista Fotogramas en la opinión de su crítico (fama de duro) Fausto Fernández. El voto popular es aún mejor (te invito a votar). La magnífica crítica que llega también en el momento justo del estreno en Madrid y Barcelona (cines Golem y Meiès):
Espíritu libre, Gonzalo García Pelayo es una de esas rara avis que han sobrevolado, con inclasificable genio, este cine nuestro tan árido y antipático con respecto a las voces con timbre propio e incapaces de seguir (por orgullo y por raza) el discurso monocorde y castrante. Muchas veces le han querido cortar las alas al autor de películas-acontecimiento como ‘Frente al mar’, ‘Corridas de alegría’ o ‘Rocío y José’. Ajeno a ello ha seguido rumbo hacia ese océano de color azul (o de todos los colores) consciente de que su obra quedaba como un archipiélago virgen.
Tras años de silencio, tomándole el pulso a la ruleta de la vida con sonrisa de trilero, ha vuelto a las pantallas con una obra que es, ante todo, experiencia, y que es, sobre todo, un viaje poético, vital y atravesado por la alegría y la tristeza, por el alumbramiento y la muerte, una de las citas ineludibles del cine español este 2016. ‘Todo es de color’ no es únicamente un tributo a Triana, una de las más personales e irrepetibles bandas que supieron ver en el rock el espejo del flamenco, del cante jondo y del hondo sentir de toda una cultura, de toda una generación malograda pero sin ataduras.
‘Todo es de color’ es un maduro trabajo cinematográfico que no duda en cabalgar cualquier género o formato, en pasar de la ficción al documental, del surrealismo al neorrealismo más combativo. Cabalga libre, como libre es el arte de García Pelayo, siempre a la cola del viento, siendo cola del viento. Su estructura, en múltiples personas narrativas y narradoras, podría incluso recordar a una película como el ‘The Wall’ de Alan Parker/Roger Waters. Hay muchos puntos de contacto entre ambas obras inspiradas en un grupo musical y en su propio opus musical: la muerte, omnipresente; el peso del pasado, la apertura hacia lenguajes nuevos y/o diferentes, su condición de ópera y summa… Pero ‘Todo es de color’ es muy nuestra y eso es un plus para todo aquel que quiera dejarse llevar por esta inteligente y nacida del corazón experiencia que hace del quejío una figura retórica y un deus ex machina de profunda y arrebatadora belleza. Es asimismo un trabajo de madurez casi testamentaria para Gonzalo García Pelayo (o tal vez sea, más justamente, un como decíamos ayer a los Fray Luis de León), ese autor que cerraba su ópera prima, la maravillosa ‘Manuela’ (nuestra Jackie Brown décadas antes de la de Quentin Tarantino) con un rojo letrero que rezaba precisamente ‘Todo es de color’, canción leit motiv de ese film. Y si en ‘Manuela’ todo comenzaba en un cementerio, en ‘Todo es de color’ también, combinando lo necrófilo con la celebración (el baile, la música) de la vida. Este su último largometraje que, por fin, llega a las pantallas de toda España, es precisamente una celebración donde la parca se asoma entre sus fotogramas, entre la misma historia de los miembros de Triana. Pero da lo mismo: la luz siempre va a estar para iluminar las tinieblas y al final del camino nos vamos a encontrar el mar, el eterno mar de luminoso azul, tan azul como ese cielo cinematográfico que sobrevuela ese espíritu libre llamado Gonzalo García Pelayo. Se cierra el círculo y todo, todo, ‘Todo es de color’.
http://www.fotogramas.es/Peliculas/Todo-es-de-color#critFG
La foto recoge una precrítica que Fausto publicó en twitter.
Gracias por tu visión, por todo, Fausto.