Las tres del 2016
Las tres del 2016
Tras la “oficial” y trianera “Todo es de color”, Gonzalo Garcia Pelayo se echa al monte, rueda tres largometrajes a la vez y los estrena directamente en internet (en la web de El Estado Mental, que enlaza los vídeos en Youtube). Aparte de por esta característica común, forman realmente una especie de trilogía, a la que me tienta denominar “películas heridas”, en referencia a la mejor de las tres, “Mujeres heridas”, y al desaliño técnico, a veces indeliberado, a veces no, que las marca por todas partes, sobre todo a la tercera. Hace tres lunes se estrenó “Sobre la marcha”, la semana pasada “Niñas 2” y anteayer “Mujeres heridas”. Recomiendo verlas en este orden, aunque si hay que elegir, recomiendo sin duda alguna tirar a por la tercera.
Rubén García López
Sobre la marcha (2.016)
Director: Gonzalo García-Pelayo
Intervienen (por orden de aparición): Javier García-Pelayo, Oscar García-Pelayo, Antonio “El Marqués”, Jose Antonio García Vizcaíno “Harry”, Jesús Ordovás, Alberto García-Alix. Leonor Camino “La señora”, Karma “La perra”, Jero García, Luigi Castro, Víctor Pérez.
Músicos: Javier Colis (Guitarra), Javier Díez Ena (Bajo), Adrián Ceballos (Batería), Sergio Person (Guitarra y Clarinete).
Argumento: Gonzalo García-Pelayo
Guión: Javier García-Pelayo, Oscar García-Pelayo, Jero García, Alberto García-Alix, Jose Antonio García Vizcaíno “Harry”, Antonio “El Marqués”, Jesús Ordovás.
Música: Improvisaciones de Javier Colis grupo, “Tran, Tran” de José Antonio Rodríguez y José Orejero.“Sobre la marcha” pretende tener un tono viril que debiera desprenderse del modo de vida cercano al rock y otras durezas urbanas. Estilo dórico basado en yuxtaposiciones sin apenas argamasas que unan sus bloques (aunque quizás haya alguna comunicación interna).
Por Jordi Costa:
Por Pedro G. Romero:
Por Orlando D. Drago:
Consciente o inconscientemente GGP parece haber sabido fundir estas dos tendencias. GGP regresa al cine en 2012 con unas Alegrías de Cádiz que sugieren un “decíamos ayer” que pone al día algunas formas y maneras ya desarrolladas en su fundacional Vivir en Sevilla. Con su obra hispalense GGP ya demostró ser un peculiar epígono verborreico de la línea más experimental y atrevida de la nouvelle vague. Una especie de Godard andaluz, con más gracia, menos “esaborío”. Con una especial característica, GGP parece radical en la literalidad de la letra de los guiones que dirige (que casi nunca firma) prefiriendo algunas veces que los actores accidentales los lean ante la cámara si no son capaces de memorizarlos. Y compatibiliza esto con su permanente alerta ante el hecho accidental. Ya que al igual que artistas contemporáneos acepta el accidente en sus obras. En frecuentes ocasiones GGP añade situaciones o personajes que aparecen en los rodajes y los incorpora, haciendo que nunca quede claro en sus obras donde comienza el límite entre lo ficticio y lo real. Durante 2016 GGP se ha embarcado en la titánica tarea de rodar-grabar tres películas-videocreaciones de forma casi simultánea. Sobre la marcha. De la misma manera que en 1959 Truffaut se embarcó (literalmente) en el proyecto de aprovechar unas inundaciones de París para realizar un corto (Une histoire déau, Una historia de agua) que finalizaría Godard aportando una voz en off y el montaje final. GGP ha incorporado el desgraciado incendio de un cementerio de neumáticos en Seseña para esta peculiar apuesta. Con un “espídico” monólogo inicial, Javier García Pelayo (hermano y casi diría que alter ego libertario) cuenta una serie de anécdotas de hace algo más de cuatro décadas con Silvio. Si yo soñaba con que GGP hiciera algún día un documental sobre este extravagante cantante (que ya aparecía en Vivir en Sevilla, película que me lo dio a conocer) de alguna manera aquí lo hace. El texto recitado por Javier, que casi nos deja sin aire, sitúa a este actor ocasional en la cúspide de las voces en off del cine español, junto a su otro monólogo desopilante sobre EL PELO de Intercambio de parejas frente al mar. La película termina con unos largos trávelins de su hijo Oscar contando la historia de un perro perdido. Y en medio una interesante escena documental sobre una pelea perdida de un boxeador. Las tres historias transmiten una emoción común de reflexión sobre hechos de un tiempo perdido. Lo que fue y lo que podía haber sido, pero no fue.
Por Antonio Gómez:
Por Javier Angulo Ikazuriaga:
(Pensé en Marienbad por sus magníficos offs y en el bebop al free jazz por su sentido de la deconstrucción).
Pepe Freire Chapela:
Por Villo Argumanez:
Por Fernando Arduán:
Leo Cebrián Sanz:
Quien rememora una actuación en Sevilla y el viaje del cuarteto a la capital es Javier García-Pelayo, a la sazón su representante en aquellos tiempos pioneros. Durante la primera media hora de “Sobre la marcha” vemos cómo su antiguo manager dormita en un tren, mientras su voz en off relata la delirante odisea de los melenudos andaluces cuando les tocó buscarse la vida artística en la ciudad de los grises ministerios franquistas.
“Sobre la marcha” también recoge testimonios del fotógrafo Alberto García-Álix, a quien impresiona escuchar con una voz ya muy quebrada describir su relación con el gran Silvio, el legendario rockero de la capital andaluza. Una jam previa de improvisación guitarrera a cargo de Javier Colis y su gente sirve de primer puente argumental. Por su parte, el crítico Jesús Ordovás aporta su punto de vista respecto al famoso festival celebrado en Burgos en 1975, estreno oficioso de la cultura del “rrollo”.
En este alocado collage hay sitio asimismo para otros elementos sin relación aparente con la escena musical: un par de entrevistas a personajes anónimos pero fascinantes -con reivindicación del boxeo incluida-, la lectura de un sugerente texto y hasta un cuento corto audiovisual sobre la pérdida de una perrita en el madrileño parque del Oeste. En fin, los García-Pelayo en estado puro…
Publicado por Cebrián Sanz en Losmejoresdelrock.com Link a la crítica
Niñas 2 (2.016)
Director: Gonzalo García-Pelayo
Intervienen: Clara Cábez, Olivia Cábez, Cristina García-Pelayo, Lucía López de Guereña, Ana Sosvilla, Duna Oporto Valle, Martina Cábez, Chema de la Quintana.
Argumento: Gonzalo García-Pelayo
Guión: Olivia Cábez, Clara Cábez, Lucía López de Guereña, Cristina García-Pelayo, Duna Oporto Valle, Chema de la Quintana.
Música: “Que soy del viento” Fernando Arduán. Arreglada e interpretada por Iván García-Pelayo, Mané Larregla y Hugo Westerdahl. Producida por Gonzalo García-Pelayo.“Niñas 2” (y su subsiguiente “Mujeres heridas”) pretende tener un tono femenino, el retrato, no se sabe si consciente, de las chicas que la interpretan y con una cámara que a veces debe parecer que estaba allí por casualidad. En las primeras “Niñas” la edad media era de diez años. Ahora el doble, de veinte.
Por Jordi Costa:
Por Antonio Gómez:
Por Rubén García López:
Lo que dice Chema es muy bueno, sin duda, a mí también me gusta más (¡y le queda muy bien la barba!). Yo hace mucho que no veo “Vivir su vida”, pero recuerdo planos de conjunto de ambos y primeros planos de ella; ambos siempre en perfil, cada uno a un lado de una mesa; pero la memoria puede engañarme, de hecho pienso que quizá la del perfil era la de “Todo va bien”, sea como sea, yo pensaba sobre todo en que los cortes de plano a plano saltan por el sonido, algo que Godard ha hecho alguna vez, sobre todo en las últimas, pero no en aquella época, donde además en las escenas de encuentros como las citadas siempre es muy importante el entorno visual y sobre todo sonoro, amén de la convivencia de ambos personajes en cuadro, no todo el rato pero al menos algo; en tu planificación hay algo extraño, como si Chema fuera una extraña aparición, casi fantasiosa (no lo digo como defecto). Lo de la tarjeta perdida es el tipo de desastres que pasan y al final te ayudan a darle personalidad a algo. Además permite que sea menos rara la centralidad de la chica que habla con Chema después. Que con la música pensabas en Le mèpris me parecía cantado, pero a mi no me funciona, de hecho me hace más molesto el recolocarse de la cámara, que yo preferiría ver tal cual, con el sonido y todo. ¡Con lo bonito que es ver (y escuchar) un reencuadre, hombre! jajaja. Yo, por cierto, pensaba en una bonita progresión temática de la película: amor, sexo, arte, aunque con mucha presencia de la reflexión, incluso teórica, sobre todo en la primera y tercera parte.
Por Orlando D. Drago:
Por Javier Angulo Ikazuriaga:
Mujeres heridas (2.016)
Director: Gonzalo García-Pelayo
Intervienen: Susana López Corcuera, Vanessa García-Pelayo, Mónica Lleó, On Nutchari Bunsri, María Reyes Arias, Agapito Maestre, Leonor Camino, Martina Cábez.
Argumento: Gonzalo García-Pelayo
Guión: Susana López Corcuera, Vanessa García-Pelayo, Mónica Lleó, On Nutchari Bunsri, María Reyes Arias, Agapito Maestre.
Música: “De un alma antigua”, “Vaiven”, “Cuando amanezca a volar”. Letra, música e interpretación Fernando Arduán.“¿Herida ontológica? Heridas en el propio ser, no solamente en el propio estar. Herida cubierta por la juventud pero que parece aparecer cuando se llega a la madurez. Feminidad después de haber vivido. Niñas 3”.
Gonzalo García Pelayo
Por Orlando D Drago:
Desde el punto de vista formal en un primer momento parece ser la culminación de la trilogía iniciada con Niñas. Esa fuente inagotable de conocimiento enciclopédico sobre cine español que es Javier Redondo Martín, comentó que veía cierta conexión entre las dos primeras piezas de la trilogía con la ochentera serie Vivir cada día. Y descubro que, efectivamente, se cumplen justo 20 años de la participación de GGP dirigiendo uno de sus episodios: Tres caminos al Rocío. En este docudrama[1] Gonzalo relata el viaje de tres grupos de personas que peregrinan en invierno al Rocío. Uno de ellos, que está compuesto íntegramente por mujeres, adelanta de alguna manera el espíritu de lo que dos décadas después será la trilogía Niñas. Salvo que en este caso hay una “niña” que por edad convertiría la saga en tetralogía. No sé si veremos esas Niñas 4.
Mujeres heridas es la película de GGP en la que la filosofía está más presente de toda su filmografía. Tanto en forma como en fondo. Y quizás esto se introduce como contraste al ser la más emocional. Tenemos a mujeres que exponen sus sentimientos ante circunstancias adversas de la vida. Y tras la emocionalidad, o junto a ella, surge la racionalidad. Tenemos a Platón y el ideal de belleza y perfección. Pero también tenemos el concepto oriental del Wabi-Sabi, que sería algo así como la belleza de lo simple, imperfecto y transitorio. De alguna manera corresponde al “todo fluye” de Heráclito. Todo cambia, todo permanece. Y en medio de todo, entre Oriente y Occidente, la visión compasiva del cristianismo, el amor al prójimo. El pobre, el débil, el marginado, como hermoso y protagonista. La idea de que los últimos serán los primeros. Es curioso que el único personaje masculino que aparece sea un filósofo. Racional, pero no materialista, sino cristiano. Y, por encima de todo, aparecen los vínculos emocionales de la familia, absolutamente matriarcal, como elemento de cohesión.
Si el cine abandonó a GGP a principio de los ochenta, la fuerza con la que él ha retomado las cámaras tres décadas después, está logrando que cada vez más adquiera un oficio que va mucho más allá del de realizar películas convencionales. GGP de forma ascendente está redefiniendo y depurando, construyendo y desconstruyendo, experimentando y afianzando, un medio de expresión propio alejado de todo convencionalismo. Una forma de arte estrictamente personal, con reglas propias, libre de apropiacionismos, y ajena a tendencias y modas. Como ya he dicho en alguna otra ocasión, y ahora me reafirmo, Gonzalo García Pelayo es su propio género.
Y además de todo esto, en esta ocasión, emociona.
Publicado por Orlando D Drago Link a la crítica
Nos hacemos un cine:
Muy inmerso en explorar el mundo femenino (Copla, Amo que te amen, Niñas, Niñas 2, esta Mujeres heridas) Gonzalo traslada a imágenes ideas propias y también ajenas, el guión no es totalmente suyo, las historias que se cuentan son historias de mujeres, unas podrán ser inventadas, otras reales, pero puestas en boca de mujer aunque, a veces, hable un hombre. Juega la película a desorientarnos y complicarnos aquello que parece muy sencillo; las historias se agolpan en la pantalla a través de diferentes fórmulas y formatos, con la herida como centro del que irradia una conexión entre todas ellas. La imagen puede referirse a un personaje, la voz a otro que cuenta otra historia, el texto a una tercera que cuenta su atormentada vida interior entre la fidelidad y el deseo, incluso la voz puede duplicarse, triplicarse, escuchando varias que repiten un texto de manera asincrónica. Todo es dolor, pero un dolor vital a ras de piel, el dolor que produce la pérdida, el desprecio, las oportunidades perdidas, el tiempo que pasa, la imposibilidad de volver atrás, la incomprensión, la maternidad acaparadora. Si, por ejemplo, Guerín en su última película, nos hace partícipes de una historia íntima, que nos conecta con la realidad mediante el reflejo de unos cristales que nos muestran que la vida continúa ajena a las vicisitudes de los personajes, Gonzalo utiliza el sonido para demostrarnos que en las conversaciones entre Susana y Vanesa, el mundo no se ha detenido, que hay niños que juegan o hablan con adultos, que circulan coches, que la vida sigue su imparable evolución dejando más víctimas por el camino.
Puede jugar a las variaciones, contarnos una historia de aparente ficción mediante el personaje de Carmen, mediante el uso de la distancia, la ausencia física de personas, la distancia que proporciona rodar mientras la cámara transita por calles de las que sólo vemos las terrazas y balcones de las plantas superiores, para retomar la misma historia con otros personajes, pero desde la crudeza de la realidad, cuando Susana cuenta la historia de su abuela, esta vez sí, en primer plano, con la inmediatez de lo físico, de soportar la mirada emocionada de quien lo cuenta, mostrando así cómo reaccionamos diferente si la historia nos suena a ficción o si ésta es reflejo de una realidad pasada. Lejanía y cercanía en función de cómo se usa la imagen. Empatía por la persona, frialdad y desapego en la imagen ausente de la emoción visible. El cine de Gonzalo se ha ido depurando, sus historias se han adelgazado para quedar en la sustancia, pero sus señas de identidad se mantienen, mujeres, textos y música siguen muy presentes en su cine, largos parlamentos, más o menos espontáneos, más o menos preparados, indisimuladamente leídos, o como es en este caso, narrados desde la desnudez de la intimidad personal y familiar; textos impresos sobre rótulos o acompañando las imágenes, relacionados con lo que vemos pero separados de esa historia visual, aquí reproduciendo letras de canciones de alto significado para hablar de las heridas, retomando una colaboración que produjo la película cuyo recuerdo más celebro del cine de García Pelayo, sus “Alegrías de Cádiz”, con el músico Fernando Arduán.
Son mujeres heridas pero de diferente manera, mujeres maduras que se muestran libres de prejuicios ante la pantalla, temiendo el momento en que el deseo abandone sus relaciones de pareja, temiendo ese momento en que otro hombre atraiga hasta el punto de comprometer mantener una palabra, mujeres parcialmente insatisfechas pero que también podrían ser hombres con diferentes heridas, mujeres con la carga de asumir, con dedicación exclusiva por más que se comparta, que una parte de su vida se va a ir dedicada a la maternidad, como un paréntesis en el que el mundo se detiene a tu alrededor, pero que cuando se retoma, todo ha cambiado y tú no te has dado cuenta. Mujeres que soportan cualquier dolor físico y continúan adelante, porque lo que más daño hace es la herida emocional, la que no cura el tiempo ni el olvido, porque vuelve como la marea y hace aparecer las lágrimas al borde de los párpados pese al tiempo transcurrido. Mucho cine y muchas películas en la última entrega de Gonzalo García Pelayo, la belleza de una imperfección deliberadamente planificada y mantenida, un cine que se abre a nuevas experiencias sin encasillarse en temas ni generaciones. Un perfecto montaje con una cuidada introducción de temas musicales que hace de esta película un goce sentimental y una experiencia muy humana.
Link a la crítica
Por Fernando Arduán:
Por Héctor Márquez:
El filme es el número trece producido y/o dirigido en tres años por Pelayo y su equipo. Equipo de familiares y amigos en su totalidad con los que practica un cine de urgencia, a veces fullero en su realización pero pletórico de emociones e ideas. Un cine como la vida, que no tiene esos márgenes tan cerrados como los que le ponemos a nuestras reflexiones o creaciones sobre ella. Un cine que suda y tose, que corre y se detiene. Un cine godardiano de Alameda de Hércules. Y al que, como en este caso, y como en la mayoría de sus filmes recientes donde las mujeres tienen enorme protagonismo (Niñas, Niñas 2, Niñas 3, Copla, Mujeres heridas…), a veces le viene la regla o se le retira.
Acá abajo en el link de El Estado Mental puede verse durante un tiempo de manera gratuita esta película. Es una película de mujeres donde también salen hombres o están flotando siempre. Una película de pensamientos en construcción. No de axiomas, sino de tesis y antítesis. Una película que merece la pena verse y escucharse. Una película hecha para entender un poco más, o al menos acercarse, a la naturaleza de lo femenino.
Me contaba Gonzalo no hace mucho en una entrevista, que la propia naturaleza de la mujer es una herida constante -la vagina, que recibe placer y da placer o vida, desde donde supura la sangre muerta derramada cíclicamente- y que esa realidad configura su propia naturaleza emocional. Trágica a veces, profunda, frívola algunas, cómica, sentimental, sabia, mutante. Todo esto se ve en una película donde Gonzalo realmente es el director de una orquesta de mujeres -Susana López Corcuera, Mónica Lleó, On Nutchari Bunri, Vanessa García-Pelayo, María Reyes, Martina Cábez, Leonor Camino…- sobre las que aparece en varias ocasiones, a la manera de manifiesto la teoría estética del wabisabi japonés. Un concepto muy derivado de la idea de impermanencia budista en el que se resalta la belleza de la imperfección y el paso del tiempo.
Porque acá hablan en su mayoría mujeres heridas, sí, pero sobre todo mujeres maduras, sabias, hondas, poderosas, mujeres que ya no salen en los calendarios Pirelli pero que saben mejor que las jóvenes ninfas cuál es la naturaleza del deseo, el amor, el rechazo, la pérdida, la invisibilidad y la experiencia.
Siempre me ha gustado estar entre mujeres, rodeado de ellas, junto a ellas. He dicho muchas veces que de las mujeres, en general, he aprendido más que de los hombres en mi vida. Y no sólo del amor, de la palabra y la narración, del placer, de la ternura, de la piel y el olor, de la belleza y de la conexión con lo invisible e inefable. Lo que de hombre tenga en mí, también se lo debo a ellas. También de sus rechazos, iras, anhelos no correspondidos, abandonos, decepciones y perdones. A lo largo de mi vida he tenido muchas relaciones con mujeres. De todo tipo. Gracias a esas relaciones soy quien soy.
Y en esta película me he sentido como en casa. No es una película perfecta. Es una película real, por donde corre el aire. Véanla.
Por Javier Redondo:
Por Alfonso Balón:
Por Joserra Halcón:
Por maría José Galindo:
Por Tessy Alvarado:
Me encanta la historia de tu abuela, aparte de bien contada, con cariño, haces de esa gran mujer una pionera en su época, no tuvo que ser fácil vivir en una sociedad tan mojigata.
Me sorprendió el discurso valiente de mi hija Vanessa García-Pelayo, aunque hablamos con mucha confianza, no es lo mismo oírla hablar intimidades para todos los que verán la película.
Mucha sinceridad crea mucha emoción al oíros a las dos. Me gusto la película y vosotras todas.
Una sola pega Gonzalo Garcia Pelayo, me costaba mucho leer las diferentes historias que desfilaban, que también tenían interés, pero que deje de leer algunas porque me distraían de concentrarme en lo que contaban las protagonistas. Más me interesaban los relatos y no perderme las miradas que expresaban risa o tristeza, los gestos, la belleza de los rostros, las muecas de los labios que crispaban la emoción y el llanto reprimido.
Dicen que las mujeres pueden hacer dos cosas a la vez, a mí me fue imposible. Deje de leer.
Por último para no daros la vara, ese pedazo de músico, compositor, cantante de Fernando Arduán, le da un toque extraordinario al conjunto. Mejor elección no cabía. Maravillosas melodías, letras, música, pero sin su voz y la emoción que expresa a través de ella, no serian sus canciones tan redondas, tan geniales, tan emotivas. Bravo a todas y todos.
Por Tania Valle:
María Avello:
Por Juan Manuel Garcia Ferrer:
En su proceso de recuperación de sí mismo como director de cine, ahora reinventado, con la machada de tres películas rodadas al unísono este verano, y aquí la tercera, en esta ocasión GGP planta la cámara ante mujeres hablando de las marcas del amor en la edad adulta y, como en otras de sus últimas películas, iba a decir que se queda ahí admirado de todo lo que le pasa por ahí delante, y quiere traspasarnos ese sentimiento a los espectadores, pero estaría faltando a la verdad, porque no se planta ahí pasivamente, ni mucho menos: Hace por el contrario todo un caldo en el que se da el mismo valor -porque todo contribuye a la idea- a la imagen de mujeres (alguna tan próxima como su hija) explicándose, textos de un supuesto blog consultorio que circulan por la pantalla, recitados y lecturas, rótulos con versos que sustituyen por momentos a los habituales primerísimos planos escrutadores de ojos y hasta la misma música, recuperando felizmente al Fernando Arduán de “Alegrías de Cádiz” para que toque y cante unas cuantas canciones.
Se alcanza con todo ello, o al menos a mí me ha ocurrido, una extraña compenetración con estas mujeres de madurez felizmente asumida y todo lo que explican.
Si alguien tiene el momento para ver cómo les resulta la experiencia y quiere sumergirse en todo un mundo de primeros planos desentrañando la profunda emoción de la evocación, de reflexión y poesía.