Frente al mar (1.979)

Gonzalo García-Pelayo

Tres parejas van a Chipiona, Cádiz, en un viaje que parte con una discusión filosófica sobre la “ontología del pelo” como primer intercambio, para seguir con intercambios más carnales. Entre la “psicodinámica”, el debate moral y el experimento sexual liberado y moderno.

Cartel de Frente al mar de Gonzalo García-Pelayo

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Duración: 84 minutos
Director: Gonzalo García Pelayo
Guión: José María Vaz de Soto
Fotografía: José Enrique Izquierdo (Color) , Za Cine
Intérpretes: Miguel Angel Iglesias, Rosa Avila, Javier García Pelayo, Agata Martín, José Vicente Grau, Ana Bernal, José María Vaz de Soto
Música: Laventa, José el Negro.

Una película “S” autoconsciente: Frente al mar (1979)

Blog de Rafael Nieto Jiménez, historiador del cine y empresario audiovisual.

Frente al Mar

“Lo comprendemos. ¡Usted no lo haría, pero existe! Por primera vez en el cine el intercambio de parejas. FRENTE AL MAR. Clasificada “S”. Rigurosos 18 años”.

Con este eslogan se presentaba en la cartelera sevillana el 2 de junio de 1979 Frente al mar (Gonzalo García Pelayo, 1979) -luego comercializada en Madrid como Intercambio de parejas frente al mar-, película que trascendió esa clasificación “S” que advertía a los espectadores sobre su alto contenido sexual para convertirse en otra de esas gratas sorpresas que el cine español nos sigue procurando con cierta regularidad a los que buceamos en su pasado.

El cambio del evocador Frente al mar por un provocador Intercambio de parejas frente al mar respondía a una estrategia comercial para atraer al público -265.709 espectadores la vieron finalmente- según se aprecia en el siguiente cartel, aparecido en el diario ABC de Madrid del 13 de agosto de 1979:

Frente-al-mar-cartel-cine-arniches

También las advertencias sobre posibles daños a la sensibilidad del espectador y la imposibilidad de reproducir fotografías de la película podrían parecer un mero truco publicitario para atraer al espectador, pero en realidad se ajustaban estrictamente a lo dispuesto por el Real Decreto 3071/1977 de 11 de noviembre (B.O.E. de 1 de diciembre de 1977) que, entre otras muchas disposiciones, creaba la categoría “S” para las películas “cuyo tema principal o exclusivo” fuera “el sexo o la violencia”.

No hay duda de que el sexo es el tema principal de Frente al mar, pero es mucho más que un simple ejercicio de exhibicionismo destinado a satisfacer la sed de erotismo de los españoles que en esos años estrenaban libertades. Es una película en cierto modo experimental que pretendía interrogarse sobre la utópica posibilidad de liberar el sexo de las ataduras sociales en las que siempre ha estado reprimido.

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Tres parejas deciden reunirse un fin de semana en la playa para realizar una sesión de psico-dinámica guiados por uno de ellos, un supuesto psicólogo experto en estas lides. Hablan, se desnudan, yacen y luego analizan sus impresiones y sentimientos. El tono cachondo de los diálogos, mezcla de intelectualismo y socarronería andaluza, unido al evidente amateurismo de los actores, que recitan más que actúan, dan a la propuesta un apariencia de singular frescura que no creo que sea producto de la casualidad, ni de una ignorancia cinematográfica, sino de la concepción libertaria de la película.

El aparente desaliño técnico contribuye a la impresión de estar asistiendo a una auténtica reunión de amigos que intercambian parejas y que, de paso, ruedan una película sin más planificación que ajustarse a unos diálogos consensuados para transmitir las ideas revolucionarias de sus guionistas. Impresión que se acentúa cuando en la parte final aparece el propio guionista, el escritor onubense José María Vaz de Soto, para despotricar en broma contra el libertinaje imperante en la casa antes de unirse a la fiesta sexual.

Frente al Mar
“La soledad es el precio de la libertad” dice el personaje más activo, el que más claro tiene que sólo se puede hablar de amor en presente y, por tanto, es absurdo unirse de por vida a una mujer. En este intercambio de parejas se ha reencontrado con su antigua amante, ahora casada y con hijos, y siente que su amor hacia ella ha resucitado. Ella no cede a sus requerimientos y juntos ven pasar un tren cuyo sentido metafórico es más que evidente.

Sólo me queda desear que proyecten Corridas de alegría (1982), la siguiente película de Gonzalo García Pelayo, este singular director que, por si no lo saben, es el mismo que hizo saltar la banca en casinos de medio mundo, como se contó recientemente en The Pelayos (Eduard Cortés, 2012). Pero eso ya es otra historia.

Otras opiniones sobre Frente al mar

Marcos Ordóñez, “El Gran García Pelayo”:

Frente-al-mar-escena cama “A finales de los setenta, yo le conocía como locutor (Para vosotros jóvenes), productor musical y adalid del rock andaluz (con Triana, Gualberto y Lole y Manuel a la cabeza), pero fue el irreemplazable José Luis Guarner quien me descubrió su películaFrente al mar (1978), que llegó al cine Goya barcelonés con la etiqueta de cine S y astutamente retitulada como Intercambio de parejas frente al mar. ¿Un porno sureño? Guarner me dijo: “No te la pierdas. Es lo que los de la Escuela de Barcelona nunca se atrevieron a hacer”. Fuimos pitando, porque en aquella época todo lo hacíamos en plural. Ellos también, pero follando más. Y bebiendo, y filosofando, y mostrándose doblemente desnudos ante la cámara. Ellos (aprendimos a reconocerles, de película en película) eran Miguel Ángel Iglesias, Javier García Pelayo (su hermano, otro personaje legendario), Rosa Ávila, Ana Bernal. Extraña película: parecía improvisada pero todo estaba escrito. Y exhalaba, en mi recuerdo, un sorprendente aire otoñal y helado, una secreta desesperanza, como si su divisa fueran aquellos versos de Machado: “Con negra llave el aposento frío de su tiempo abrirá: desierta cama, y turbio espejo, y corazón vacío”.

Link a la crítica

Por Álvaro Arroba:

Frente-al-mar Gonzalo García-PelayoYa desde su primera película, la extraordinaria Manuela (1975), GGP intentó dotar de peso a los diálogos por encima de los actores de forma que éstos los declamaran casi teatralmente. Por eso los diálogos de Vivir en Sevilla y especialmente los de Frente al mar pueden parecer tan forzados, cuando en realidad obedecen a una estrategia retórica (que raya lo metalingüístico) con el acento andaluz y con la forma que el castellano tiene de construir ideas y conceptos en él. Respecto a Frente al mar, cuenta García Pelayo que es quizá la primera película “S” (el género softcore genuinamente español) de autor y que su cine carece de vocación marginal. El viaje a Chipiona, Cádiz, de tres parejas que pretenden encontrar la verdad que hay debajo de sus pieles mediante el intercambio de parejas y el sexo cariñoso por encima de las convenciones morales de sus padres, resulta ser una buddy movie política, dubitativa y muy esclarecedora del desconcierto de un país que de repente se ve tan libre y lleno de posibilidades como cuando se mira al horizonte nadando en el mar.

Frente-al-mar-escena Javier García-Pelayo

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